De oro y plata

Atticuss Licona | | septiembre 29, 2011 at 10:18 PM

DIARIO ÍNTIMO

Por Atticuss Licona

Uno de los sabios consejos que mis padres me pudieron dar fue que estudiara, que estudiara mucho y le echara ganas en la escuela. Eso, sin embargo, es más fácil pedirlo que hacerlo pues la hormona a esa edad está alborotada y los jóvenes rara vez vemos más allá del día de hoy, es como si del tiempo se borraran el pasado y el futuro, y sólo exista el presente, ni siquiera el hoy, sólo el presente, el momento mismo en el que usted está leyendo esto y ni siquiera ese porque seguramente para cuando su cerebro digiera estas palabras ya habrán pasado algunos milisegundos lo suficientemente largos para que no existan más.

De haber pensado diferente tal vez hubiera sacado mejores calificaciones y, quién sabe, a lo mejor en lugar de estar ahorita aquí escribiendo patochadas tal vez sería un gran químico nuclear inventor de algún genial aparato para cuantificar lo incuantificable. Tal vez sería rico. Tal vez famoso. Lo que sea que haya sido sólo puedo estar seguro de que sería diferente a lo que soy ahora… tal vez algo malo para Usted, bien querido lector lectora, que se hubiera quedado sin su columnista de cabecera.

Aldo Facundo sí podrá saber qué se siente ser diferente, pues este joven a su corta edad ya sabe lo que se siente ganar la medalla de plata en la XVII Olimpiada Iberoamericana de Química. A este joven perteneciente al plantel Cosoleacaque del COBAEV ya no le contarán lo que se siente, ya lo vivió, y se ha de sentir padrísimo. A las únicas olimpiadas que asistí durante mi vida de estudiante fueron a dos olimpiadas de Ingeniería Civil y eso porque no había ningún filtro para asistir, bastaba apuntarse, hacerle la llorona a la mamá y chantaje moral al papá alegando la frustración enorme a la que estarían sometiendo a su vástago si no le pagaban el viaje de estudios-placer que invariablemente terminaría en una borrachera -una sola eso sí- que comenzaba al subirse al camión y terminaba cuando volvíamos a Xalapa. Bueno, en honor a la verdad tampoco pertenecí nunca a esa pléyade de jóvenes ávidos de alcohol que sólo iban de comparsa y a emborracharse, yo sí fui a concursar y las dos veces que fui me traje mi medallota de oro de Querétaro y un trofeo tan enorme como feo de mi competencia en Mazatlán.

Ninguno de los dos reconocimientos me costó mucho ganarlos -hay que reconocerlo- porque ambas veces concursé en la categoría de Oratoria. Para eso sí era yo una piola, y tomando en consideración la tradicional parquedad con que se desenvuelven los ingenieros, pues habría entonces que comprender que en ninguno de los dos concursos tuve una real competencia. Claro, me sentía divino y con eso ya medio justificabamos la asistencia de toda la comitiva xalapeña aunque en el fondo, muy en el fondo, sentía hasta envidia por aquellos que pasaban a recoger sus medallas de oro por concursar en Mecánica de Suelos, Hidráulica, Pavimentos y un serie de materias igual de complicadas. Tanto sus medallas como la mía eran iguales, no había diferencia física y si me apuran las mías hasta brillaban más, pero no cabe duda que había mayor mérito en las de ellos porque las sufrieron más, y no es porque ser orador sea una vacilada pues también se necesita dedicación, esfuerzo y preparación, pero finalmente era una olimpiada de Ingeniería y por eso había más mérito en las materias formales.

Según me entero, Aldo Facundo presentó un examen con 8 problemas teóricos en las áreas de Química Orgánica, Química Analítica, Química Inorgánica, y Físico-Química; y se midió con otros estudiantes de países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, España, Guatemala, Paraguay, Perú, Portugal, Uruguay y Venezuela, y de entre todos, después de los filtros nacionales, llegó a Brasil a ganarse la medalla de plata… no cualquier día se logra eso, por lo que es sumamente destacable que un joven del COBAEV, de Cosoleacaque, destaque y haya puesto en alto el nombre del México sobre todo en estos momentos tan difíciles en los que nuestro país destaca a nivel mundial principalmente por la violencia.

Este país sería distinto si nuestros jóvenes atendieran más los llamados de sus padres y se prepararan a conciencia. Yo sería distinto si lo hubiera hecho, no sé si mejor o peor, pero distinto. Aldo Facundo ya es distinto, es diferente y se distingue, por lo que aprovecho esta ocasión para enviarle una sincera felicitación desde estas líneas. Enhorabuena.

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