Tiempo de pensar… habilidades elementales

José Luis Rangel Martínez | | noviembre 9, 2011 at 6:37 PM

Por José Luis Rangel Martínez

El estudio y comprensión de los fenómenos sociales es un asunto por demás complejo.  Normalmente está impregnado de altas dosis de subjetividad en virtud de que el ser humano, al interpretar la realidad, suele incorporar experiencias de aprendizaje que no son otra cosa sino reflejo de sus vivencias acumuladas a lo largo del tiempo, de la influencia del ambiente y de la cultura en la que se ha desenvuelto, lo cual resulta determinante en la construcción de su propia cosmovisión. Ello representa una tendencia natural en el hombre harto difícil de soslayar, particularmente en el caso de la investigación humanística.

 

En el contexto social, los individuos se ven compelidos a diseñar nuevos paradigmas, dejando atrás modelos que se van tornando obsoletos para dar paso a propuestas innovadoras; no obstante, lo significativo en el estudio de la sociedad, más allá de las discusiones baladíes entre lo moderno y lo antiguo, radica en diseñar mecanismos que contribuyan a la satisfacción de necesidades humanas, elevando, de esta manera, la calidad de vida de los integrantes de la comunidad.

 

La educación, como producto social e histórico, constituye uno de los asuntos más debatidos dada su trascendencia en el desarrollo personal  y colectivo. El filósofo ibérico, Fernando Savater, afirma: “…que el primer objetivo de la educación consiste en hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes. Es decir: tenemos que aprender a leer sus mentes, lo cual no equivale simplemente a la destreza estratégica de prevenir sus reacciones y adelantarnos a ellas para condicionarlas en nuestro beneficio, sino que implica ante todo atribuirles estados mentales como los nuestros y de los que depende la propia calidad de los nuestros.”

Dicho lo anterior, es dable indicar que en nuestro país la educación se encuentra en estos momentos en un proceso de reforma, misma que tiene sus fundamentos en el modelo basado en competencias, con lo cual se pretende, según advierten peritos en la materia, que las personas puedan desarrollar capacidades (saberes, habilidades y actitudes) y aplicarlas en contextos diversos a lo largo de la vida. Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos institucionales de autoridades, directivos escolares, maestros, alumnos y padres de familia, los resultados recientes arrojados por la prueba ENLACE (Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares) revelan que las deficiencias en comprensión lectora son notorias y preocupantes.

Independientemente de la coyuntura antes mencionada, las variables que intervienen en el hecho educativo son multifactoriales por lo que sería osado pretender siquiera mencionarlas a través de unas cuantas líneas. La intención de este columnista es bastante más simple: comentar algunas de las estrategias que la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV) ha implementado, por medio del autodidactismo, a fin de que sus aprendientes desarrollen aprendizajes significativos y realmente útiles.

 

Como es sabido, la UPAV ofrece a la gente, especialmente a los sectores menos favorecidos, la oportunidad de realizar estudios de nivel medio superior y superior, ello sin contar con infraestructura propia; sin embargo esto no representa limitante alguna, pues una condición sine qua non para explorar el mundo y comprender la realidad es la disposición de los aprendientes, ya que hasta del profesor es posible prescindir cuando surge el deseo vigoroso de adquirir conocimientos y desarrollar habilidades y actitudes. Habrá que recordar que anteriormente y bajo sistemas pedagógicos tradicionales, el maestro tenía un papel protagónico en el salón de clases, era una especie de iluminado, de poseedor de la verdad, era también un orador que pronunciaba discursos a sus alumnos, dictaba apuntes y conferencias magistrales, mientras que los estudiantes eran algo así como receptáculos del saber. Esta situación ha ido cambiando, hoy en día la educación está centrada en los aprendientes, quienes participan activamente a través de la formación de comunidades de aprendizaje.

 

Bajo este modelo pedagógico, son tres las habilidades que el individuo debe desarrollar: leer, dialogar y escribir. Esto, aparentemente es una obviedad y pudiera resultar una simpleza, pero, a decir verdad, encierra una enorme complejidad y, además, constituye una de las principales debilidades del Sistema Educativo Nacional. Tan es así, que uno de los males educativos y culturales que aqueja a la mayoría de los mexicanos tiene que ver con lo poco que leemos, lo cual da lugar a la formulación de interrogantes como: ¿Por qué leemos poco? ¿Nos desagrada leer? ¿Estamos tan ocupados que no tenemos tiempo para la lectura? ¿Somos una sociedad enajenada por la Televisión? ¿No hemos dimensionado la real importancia de la lectura? o, acaso ¿No nos interesa leer, o simplemente, no sabemos? Por más que espulguemos parece una auténtica odisea encontrar respuestas unívocas a estos cuestionamientos.

 

En consonancia con lo anterior, para la UPAV es de suma importancia que los aprendientes desarrollen la habilidad lectora, que se aproximen al fascinante mundo de los libros y los autores, pues de este modo es como los seres humanos podemos ser verdaderamente libres y hollar el sendero de la verdad. Esto me hace evocar la obra del eximio escritor mexicano Juan José Arreola Zúñiga, autor de Confabulario y La feria, entre otros textos, quien alguna vez externó que él no se consideraba un gran escritor sino un gran lector. Ese es precisamente uno de los ideales educativos que la UPAV abraza con enorme compromiso.

 

Otro tema no menos importante tiene que ver con el aprender a dialogar. La modernidad nos lo exige. No es posible concebir una sociedad democrática en la que sus integrantes no sean capaces de dialogar, de coincidir, de discrepar, de expresar ideas y de ser tolerantes.  De igual modo, la sociedad del conocimiento, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICS) y el auge de las redes sociales exigen diálogo. Es muy importante aprender a dialogar con uno mismo, con la familia, con los maestros, con los otros y hasta con los autores, pues de este modo es como las personas se convierten en artífices de su propio aprendizaje.

 

Finalmente, escribir es una forma de comunicarnos. Al escribir manifestamos nuestro pensamiento. Cuando escribimos desarrollamos nuestro cerebro. La comunicación escrita nos invita a ser claros y precisos en lo que queremos expresar. Es urgente reforzar la lectura de comprensión desde la primaria hasta, incluso, el posgrado.

 

Esta es la forma en que trabaja la UPAV, la nueva universidad de Veracruz. Es cuanto…


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