El Inventor del Requinto

Guillermo H. Zúñiga Martínez | | mayo 17, 2013 at 2:08 PM

El Inventor del Requinto

Guillermo H. Zúñiga Martínez

Hace ya tiempo que aprecio y disfruto la interpretación musical de los tríos. Conozco varios y los he valorado desde cuando escuchaba sus discos en las rockolas, o bien en la radio, la televisión y el cine.

Sin duda alguna, afirmo que el trío que más he saboreado es el de Los Panchos. Algunos de sus integrantes gozaron las montañas y los ríos, así como los caminos rurales desde niños, porque nacieron y crecieron en Misantla. Precisamente fue Chucho Martínez Gil, quien escribió una hermosa melodía que cantan los misantecos y que lleva por nombre “El Pocito de Nacaquinia”, la última palabra es totonaca y significa “Corazón Abierto”.

He admirado a Alfredo “El Güero” Gil, hijo de un comerciante de origen libanés, Felipe Julián Bojalil Simón, que llegó a aquel lugar para vender algunos productos, lo cual le permitió conocer a la señorita Carmen Gil Barradas, de quien se enamoró de manera franca y muy sincera. Pronto se casaron y procrearon seis hijos.

Como la mayoría de los entusiastas de Los Panchos saben, ellos tocaban sus guitarras y dieron a conocer la música popular. Alfredo pensó y se deleitó bastante con los sonidos que producían con base en esos instrumentos, porque era hombre inquieto que había fundado el trío más destacado de la década de los cuarenta; es más, inventó el nombre que ahora es conocido internacionalmente como Los Panchos, porque se inspiró en Pancho Villa, Pancho Madero y Pancho Pistolas; una vez organizado, se presentaron por ocasión inicial el 14 de mayo de 1944 en el Teatro Hispano de la ciudad de Nueva York.

Alfredo tocaba bien, pero deseaba operar algunas transformaciones, quería producir otros sonidos, crear otro tipo de música. Un día lleno de asombro descubrió que para alcanzar sus anhelos tenía que cambiar la forma de su vihuela.

Es bien conocido que “El Güero” Gil tenía el interés y la preocupación por hacer un instrumento más pequeño, y reducir el diapasón con el fin de recortar la distancia entre los trastes. Imaginaba otro formato distinto del habitual, que pudiera tañer e interpretar con base en su imaginación.

Cuando tenía horas libres le gustaba visitar las tiendas donde vendían aparatos musicales, hasta que un día encontró uno de origen venezolano que tenía un largo diapasón, lo adquirió y acudió a su amigo Vicente Tatay, que se dedicaba al ebanismo, con el que platicó y le dijo lo que deseaba: que lo transformara para efecto de cambiar la entonación; así mismo le suplicó que el nuevo objeto permitiera la digitación de las cuerdas y una velocidad distinta en la ejecución de las introducciones. Conversando con el ebanista le pidió que le subiera 2 1/2 puntos los tonos a cada cuerda para que le permitiera afinar la primera en MI y también en LA.

Cuando terminó de construirlo, llegó a producir notas con un matiz más agudo y creó, la verdad, una cuarta dimensión de la guitarra, porque “El Güero” había logrado un tallido diferente, practicar tres armonías con un toque de dulzura de tal modo que se escuchaba un nuevo romanticismo.

Tengo que expresar mi entusiasmo por el señor Alfredo Gil, porque dedicó varios años de vida propia al estudio de la movilidad de sus manos, le encantaba escuchar y practicaba sistemáticamente el cambio de la posición de los dedos sobre las cuerdas hasta descubrir nuevas sonoridades. Logró ser el primer requintista destacado como ágil y lleno de sapiencia al grado que sus amigos cercanos lo consideraron un genio artístico de México.

Según algunos historiadores cuando forjó el requinto, de inmediato se dio a ensayar y suplicaba a sus compañeros de trío que le permitieran utilizarlo, que tenía un sonido diferente, pero que logró compartir de manera magistral hasta que ganó la fascinación generalizada cuando intervenía en cada canción.

Con base en esta invención los autores del hermoso libro “Le Canto a Mi Pueblo” expresan que: “el sonido era brillante y a la vez cálido y penetrante a la distancia, predominando sobre las armonías de las guitarras. Los adornos lucían y sobresalían dentro de los arreglos musicales. Se dedicaban a ensayar, encontrando que el bolero interpretado por ellos, tomaba una cadencia distinta, lograron un sincopado en sus voces que, poco a poco, tomó la forma de un bolero romántico cantado así, por vez primera, por un trío”.

Es interesante saber que la inaugural grabación de Los Panchos con su nuevo instrumento lo hizo la empresa Columbia en el año de 1945.

El requinto enriqueció la vida de la música y la de los tríos, así como la emoción de hombres y mujeres al sentir las canciones.

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